jueves, septiembre 13, 2007

Mujeres en guerra, 2: Anónima


De Anónima, la autora de Una mujer en Berlín, se sabe poco. Apenas que se trataba de una periodista fieramente escéptica frente al nazismo, muy inteligente, capaz de un análisis distanciado y filoso de su país y de su época. Vivió en París y otras capitales europeas. Conoció la Unión Soviética y aprendió a hablar ruso de manera rudimentaria. El último año de la guerra quedó atrapada en Berlín, trabajando en una editorial. Comenzó a llevar un diario a partir del 20 de abril de 1945, cuando era inminente la caída de Berlín en manos soviéticas, y lo prolongó hasta el 22 de junio del mismo año, cuando ya la situación parecía aproximarse a aquello tan elusivo que puede denominarse normalidad.

Anónima, mujer elegante y guapa, de poco más de treinta años en aquel momento, vivió lo peor de la ocupación rusa, una experiencia infernal de violaciones sin cuento. El diario fue su manera de resolver el dilema entre la humillación y la muerte. En páginas escritas con la prisa y la urgencia de la catarsis, Anónima habla de las mujeres alemanas consideradas como botín de guerra, de los códigos de sobrevivencia entre las ruinas del Tercer Reich, de la experiencia colectiva de la humillación y del hambre. No evade ningún tema: ni la responsabilidad alemana en la agresión, ni el feroz egoísmo que asoma en condiciones de tensión extrema y lucha por la sobrevivencia, ni la pregunta sobre si es no no es una prostituta, desde el momento en que recibe alimentos a cambio del uso de su cuerpo. Y a pesar de las prisas, está notablemente bien escrito, con el doble apremio de la desesperación y del anhelo de vivir, de rendirse, a pesar de todo, a la "oscura y maravillosa aventura de vivir. Persevero en ella por curiosidad, y porque me alegra respirar y sentir mis miembros sanos".


En este desolado paisaje de ruinas transcurre el relato de Anónima.

Temible lucidez, la de Anónima, que resuelve en la escritura los temas que a la viuda con que comparte el alojamiento le provocan horribles pesadillas, lucidez que logró aceptar la conveniencia de que su diario fuera publicado. Apareció primero en Estados Unidos y, a fines de los años cincuenta, en Alemania, donde la recepción fue todo menos benévola. Al igual que Gerd, su novio, cuya aparición en su casa motiva que pusiera punto final al diario, los alemanes no entendieron ni fueron capaces de aceptar la franqueza y crudeza de su descripción de las relaciones con los rusos, con los triunfadores, con los violadores. Es que el diario -y el lenguaje de Anónima en esos meses- refleja una experiencia de humillación y exigencia física (tras las violaciones, vino el hambre) como nunca se imaginaron los alemanes. Y aunque dista mucho de lo que tuvieron que soportar ludíos, comunistas, católicos, gitanos, gays y prisioneros de guerra en los campos de concentración nazis, muestra otra faceta terrible de la guerra, la derrota de quienes además saben que es justa, aunque nada hicieron por provocarla.

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1 Comments:

Anonymous Rosa Sala Rose said...

Un blog extraordinario, le felicito.
En cuanto a esta fascinante mujer "anónima", su identidad fue revelada al hilo del revuelo que suscitó la reedición alemana de este libro. Se trata de la periodista Marta Hiller. http://en.wikipedia.org/wiki/Marta_Hillers
Reciba un saludo muy cordial desde Barcelona.

jueves, octubre 01, 2009 11:57:00 a.m.  

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